jueves, 19 de marzo de 2009

CRÓNICA

De los géneros, la crónica es el mas cercano a relato literario. Difiere de el, por que mientras la literatura es ficción y por lo tanto, verosímil (parecida o similar a la verdad) la crónica es real esto es verdadero. Así pues, la literatura narra acontecimiento imaginarios y la crónica hechos de la realidad.
Respecto de la nota informativa, que es tan neutra, como el blanco y el negro, la crónica es mas explicita y detallada, pero, sobre todo, se distingue porque presenta los hechos que se relatan en forma mas personal, razón por la que en las mesas de redacción se la llama nota de color. Por ello no sigue el principio descendente de la pirámide invertida, pues si a la nota informativa la genera el acontecimiento, a la crónica, su autor.
No existe limites temáticos para la crónica solo el propio cronista decide cual
es son los temas subsectible de convertir a una crónica y que tratamiento darles. Al escribir una crónica se debe tratar de imitar de manera deliberada lo mas posible la lengua viva, ósea la de todos los días, si caen en la mera calca, pues el proceso de selección es indispensable en toda contracción estética.
Si nos remontamos a sus orígenes las crónicas americanas surgen con la llegada de los conquistadores y, en menos numero, con la visión de los vencidos, urgidas ambas por el afán de describir el nuevo numero unos y la perdida del suyo, y los otros. Hernán cortes o Bernal Díaz del castillo, son en nuestro país, lo mas antiguos autores de crónicas.
Relato vecino de la historia, la crónica prescinde del aparato académico interpretativo para privilegiar el rencuentro de los hechos, el testimonio. En la crónica se impone por lo general de un mayor espacio que en otros géneros y aun puede conservarse con extensión de un libro como seria el caso de los diez días que conmovieron al mundo, de John Reed.
La originalidad de la crónica reside tanto a la manera en que se recrean los hechos como el manejo artístico del lenguaje, pues se sustenta más que cualquier otro genero periodístico en el estiíto literario del que escribe, lo que se aprecia claramente en los párrafos siguiente de esta crónica de Fernando Benítez.
La crónica periodística admite recursos típicos de la novela: la descripción de ambientes y personajes, el suspenso, el empleo de varios narradores o jugar con el tiempo alternando el orden cronológico de los sucesos. Pero como ya indicamos, a diferencia de la narrativa de ficción (cuento o novela), la crónica versa sobre el acontecer de la realidad.

El tiempo y el orden del relato

La palabra crónica se deriva del nombre de Cronos, el dios del tiempo en la mitología griega. En ella es decisivo el tiempo del relato, que no coincide con el de la realidad. Para escribir una crónica existen dos aspectos igualmente importantes: una historia (o relato) y un discurso (o texto). En otras palabras, los acontecimientos que se refieren y el modo en que el cronista los da a conocer.
El problema de la presentación del tiempo en el relato se plantea a causas de la diferencia entre la temporalidad de la historia y del discurso [es decir, el texto]. El tiempo del discurso es, en un cierto sentido, un tiempo lineal, en tanto que el tiempo de la historia es pluridimensional. En la historia, varios acontecimientos pueden desarrollarse al mismo tiempo; pero el discurso debe obligatoriamente ponerlos uno tras otros; una figura compleja se ve proyectada sobre una línea recta. De aquí deriva la necesidad de romper la sucesión “natural” de los acontecimientos, incluso si el autor quisiera seguirla con la mayor fidelidad.
La primera decisión de la crónica es ¿Qué cuenta primero? ¿en que momento empieza a relatar? ¿desde el punto culminante y retrocede, o desde el principio? Esta es no solo una elección personal sino artística.
Los cambios en el orden del tiempo, o sea, en la cronología, son indispensables para la agilidad y el interés de la cronología. Sos posibilidades principales son:
contar un historia en forma cronológica, esto es, siguiendo el orden de las manecillas del reloj o del calendario, de tal modo que lo aconteció al final en ultimo lugar, lo que responde a un procedimiento pragmático de presentación, pero el orden en que se presentaron o ocurrieron los hechos en la realidad pueden o no ser, con frecuencia, conveniente para los fines estéticos que un cronista o escritor se proponga. Muchos relatos adoptan esta forma, pues se trata de un orden típico de encadenamiento. En general, por ejemplo, las crónicas de vieja de Salvador Novo son relatos cronológicos.
la inclusión de una historia (menor) en otra (mayor), por lo común introducida a través de relato de uno de los personajes de la crónica. Uno entre los muchos casos que podrían citarse es el relato de la leyenda de Jabiel Mo-el en la crónica de Jose Revueltas titulada “Viaje al noroeste de México”.
escenas o planos simultáneos. Es decir, acontecimientos que ocurren al mismo tiempo. Por ejemplo, si lo que se relata son distintos sucesos de la misma fiesta, no cabe describirlo en escenas escandalosas, sino yuxtapuestas; aunque, obviamente, en el texto se presentan una después de otra. Un caso típico se encuentra en “La vida no vale nada ¿y la autonomía?”, del Carmen Galindo, donde se relata una balacera y como varias personas la presencian en diferentes lugares de la Ciudad Universitaria.
técnicas de suspenso, que consiste en relatar de modo sucesivo dos o más tramas. Se avanza la primera y se interrumpe (o suspende, de ahí el termino suspenso) para iniciar la segunda. Cuando esta se corta, se retorna y continúa la primera, y así sucesivamente. Es la técnica típica del folletín y de la telenovela. Contar dos o mas “historias simultáneamente, interrumpiendo ya una ya la otra para remontarla en la interrupción siguiente”.
ir y venir por el tiempo. Se inicia en el presente y se retrocede a un acontecimiento determinado del pasado (flash back, lo llamaban en el cine) y, luego de contarlo, se regresa al presente, recurso que se puede emplear cuantas veces sea necesario. Una muestra se encuentra en La ruta de Hernán Cortes, de Fernando Benítez, en la que hace viajar al lector del pasado al presente con suma frecuencia.
Por supuesto que estas distintas formas de presentar el relato se pueden combinar o mezclar.

La descripción

La presentación de acciones y acontecimientos constituyen la narración y, en cambio, la representación de objetos, personas y ambientes, la descripción. Esta ultima a cumplido dos tipos de funciones. Una, de carácter decorativo u ornamental, destinado al goce literario o a proporcionar al lector una pausa en el relato. La otra, de índole simbólica, busca recrear para el lector el retrato de los personajes, su vestimenta, su mobiliario y, en resumen, la atmósfera en que ocurren las acciones.
Hoy en día es más común el predominio de la narración sobre la descripción, a la inversa de la literatura de los siglos XIX, en la que se concedía mayor importancia a la descripción sobre la narración.
Según afirma Ronald Barthes, existen dos tipos de descripciones del ambiente o escenario. El primero, consiste en detallar un conjunto de objetos, atmósfera y estado de animo que tienen la función de indicar el carácter de los personajes y su entrono.
Sobre la consola de madera fina esta un espejo, con un gran marco dorado, y en la luna, más o menos veneciana, se refleja un reloj de bronce, cuya figura principal es un amor en traje de baño. Hay un sofá, cuatro sillones y media docena de sillas. En la mesa del centro se levanta un cincelado tarjetero de marfil.
Es segundo tipo de descripción sirve para enraizar el relato en la realidad. Barthes lo designa como el detalle realista.
Diego Rivero tiene su calle en el numero 36 de la nueva rue du Depart.
En el caso de una casa vetusta, de baldosas y muros negros – negros con el fuerte negror de las piedras parisienses -, ha venido a refugiar sus actividades y su alma este buen diego, enamorado sin tasa de las puras atmósfera y los medios tonos del bajío mexicano. Los seis zaguanes que por todos lados franquean la casa, la evocan en su pasado de guardia de apaches. se sube en hélice por una escalera angosta; en el descanso del segundo piso los pies tropiezan casi con la llamada de una mechero de gas; en el piso tercero se lee, sobre un cartel manuscrito fijado a la puerta: Diego M. Rivera, y , mas abajo, La sonnettene marche pas; frappez fort, tres fort. (no sirve el timbre, toque fuerte, muy fuerte).
El nombre y número de la calle, la precisión de los seis zaguanes y la inclusión del texto del cartel, cumplen el papel de ayudar a que el lector confié en la verosimilitud de la narración.

Caracterización de los personajes

A pesar de que la caracterización de los personajes forma parte de la descripción, hemos preferido separarla por su importancia. Existen dos formas clásicas: la primera consiste en un retrato destacado los rasgos físicos o psicológicos de una persona, lo que por lo general se logra con los adjetivos. La segunda, por medio de sus actos. Así, la descripción puede asumir un matíz estático, a la manera de una fotografía, o dinámico, a semejanza del cine.

Otras formas del narrador ,en que parece colocarse tras bambalinas ,es cuando se emplea la tercera persona (el, ella, ellas ,se) , como en esta cita de Gabriel garcía Márquez:

Cuando se subió a un camino que condujo a Cartago, ya quería ser torero pero un mes antes era un estudiante normal en el tercer año de bachillerato, que no había pensado jamás en un toro .La cosa empezó un sábado, en la galería del teatro “Jorge Isaac”, de Cali, cuando josecillo vio la película mexicana Toros, amor y gloria, con Cagancho. Repentina y turbulentamente nació su vocación. Una semana después tratando de ser torero, llego en camino a Cartago; alli tomo otro camino que lo llevo a Medellín, y alli otro que lo llevo a bogota . Cuando llego con su maleta llena de buena ropa a la pensión romana, en san Victorio en 1946 de lo diez pesos solo quedaba uno . josecillo no recuerda haber experimentado ninguna sensación extraordinaria distinta del frió .

Tiene motivos para recordarlo: durante diez días , con su liviano traje gris y envuelto en periódico y carteles , durmió acurrucado y tiritando en el parque de Santander.

Aparte de estas formas que son las clásicas, se puede explorar otras posibilidades con la figura del narrador. En la noche de tlateloco ,Elena Poniatowska multiplica los yo es del narrador al ofrecer cientos de testimonios de distintas personas ; en la aventura de Miguel Littin, clandestino en chile, Garcia Marquez asume el papel del personaje al que entrevisto, se mete en sus zapatos, y cuenta los sucesos en primera persona, como si el narrador fuera Miguel Littin .A su vez Carlos Monsivais realiza la operación contraria al nombrarse a si mismo como reportero y narrador en tercera persona.

Por ahora , el publico pospone su toma de conciencia y prefiere fingir que se divierten in the grooviest way. Por su parte, y seguramente para evadirse de su responsabilidad moral ultrajada, el reportero anota las fallas tecnicas, el tremulo sonido que no consigue persuadir a la acústica del ciclo abierto, la falta de timing, el ingles de algunos actores viva y penosamente memorizado, las escenas donde el apiñamiento desplaza a la concentración . Auque el entusiasmo y la ambición trasciende a excesos y a la impureza escénicas.

Nada impide narrar una crónica como lo hace Carlos Fuentes en su novela "Aura", empleando la segunda persona del singular

Distraído, deje que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de te que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato….Recoges tus porfolios y dejas la propina …Caminas con lentitud ,tratas de distinguir los números 915 en este conglomerado de viejos palacios coloniales convertidos en talleres de reparación , relojerías , tiendas de zapatos y expendios de aguas frescas.

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