jueves, 19 de marzo de 2009

ELIPSIS

Esta figura consiste en la eliminación de una o más palabras de la oración, que el lector sobreentiende porque fueron dichas con anterioridad o porque el pensamiento lógico le permite completar la idea. Si decimos “en la primera parte he incluido un estudio de caso; en la segunda, la teorización general”, el lector completa con facilidad “en la segunda parte”. El redactor ha evitado, gracias a la elipsis una repetición que además "de innecesaria dañaría la armonía del texto.
Podríamos decir que la elipsis en nuestros días una de las figuras mas utilizadas en todos los textos, sean literarios, de investigación o periodísticos, porque corresponde a una de las tendencias del español prevalecientes en nuestros días; la que, según el termino de Roland Barthes, hemos llamado aquí (véase supra “Que es escribir” y “Las dos tendencias del español contemporáneo”, capitulo 1) “el grado cero de la escritura”. Al contrario de la prolijidad que caracteriza al barroco, el estilo periodístico que influye toda la prosa de nuestros días, exige el ahorro de palabras y de espacio. En consecuencia, el empleo de la elipsis se convierte en un rasgo del estilo de nuestra época. En general, puede señalar que una prosa elíptica, por su carácter escueto, si acaso pierde claridad en algunos casos, siempre gana contundencia, porque obliga al lector a un juego mental, que consiste en completar, aunque no las exprese, las palabras faltantes de la oración; la elipsis te da el placer de sentirse inteligente y, en forma habitual, corresponde al escritor otorgándole la misma cualidad.
Antes de ejemplificar las diferentes clases de elipsis, no resistimos la tentación de citar a Baltasar Gracián y Jorge Luís Borges, dos maestros de la brevedad.
Dice el español: “fácil es adelantar lo comenzado; arduo el inventar”, donde la eliminación del verbo es, exigiría la construcción gramatical en “arduo es el inventar”, otorga la contundencia de la autoridad a la afirmación. O este otro ejemplo: “eran los conceptos hijos mas del esfuerzo de la mente que del artificio”, donde las palabras eliminadas serian “que eran hijos del artificio”.
Veamos ahora un párrafo de Borges:

El mejor documento de la primera eternidad es el quinto libro de las Eneádas; en el de la segunda o cristiana, el onceno libro de las confesiones de San Agustín. La primera no se concibe fuera de la tesis platónica; la segunda, sin el misterio profesional de la Trinidad y sin las discusiones levantadas por predestinación y reprobación. Quinientas páginas en folio no agotarían el tema: espero que estas dos o tres en octavo no parecerán excesivas.

Si incluimos entre corchetes las palabras suprimidas por Borges, el texto diría:

El mejor documento de la primera eternidades es el quinto libro de las Eneádas; el [mejor documento] de la segunda [eternidad] o [eternidad] cristiana, [es] el onceno libro de las Confesiones de San Agustín. La primera [eternidad] no se concibe fuera de la tesis platónica: la segunda [eternidad no se concibe] sin el misterio profesional de la Trinidad y [no se concibe] sin las discusiones levantadas por predestinación y reprobación. Quinientas paginas en folio no agotarían el tema: espero que estas dos [paginas] o tres [paginas] en octavo no parecerán excesivas.

Como permite suponer el párrafo anterior, la elipsis puede suprimir cualquier elemento de la oración: sustantivo, adjetivo, articulo, pronombre, verbo, preposiciones, antecedentes o adverbios.
Veamos un ejemplo de cada uno.
Del sustantivo: “El estilo, el carácter y la relación con su época y con la [época] nuestra...” (Luís Cardoza y Aragón).
Del adjetivo: “nuevas ideas y [nuevas] fuerzas sociales irrumpen en la vida nacional o adquieren nueva contextura” (Arnoldo Martínez Verdugo).
Del articulo: “la contradicción… pone de relieve… la incapacidad del sistema para contrarrestar la anarquía, [la] desigualdad y [los] crecientes desequilibrios”(revista Estrategia). Hay q notar, como la señala Martínez Amador, sustentándose en la parte de la Academia, que cuando se suprimen los artículos, el primero, en este caso el que acompaña la anarquía, que nunca puede suprimirse, establece sus concordancia con el sustantivo al que va unido, aunque los siguientes exigirían otro genero y otro numero. En este caso [los] crecientes desequilibrios.
Del pronombre: “simula [él] que lo apenan los errores de los adversarios” (Jorge Luís Borges).
Del verbo: “el comprador burgués no busca las sobras de arte en el mercado, sino, directamente, [las busca] en el taller del artista” (Adolfo Sánchez Vázquez).
De las preposiciones: “no tenían la soberana habilidad de su predecesor para hacer de las palabras y [de] la música de un todo consustancial” (Alejo Carpentier).
Del antecedente: “hallaron los antiguos métodos al silogismo, arte {hallaron los antiguos] al tropo” (Baltasar Gracián).
Del adverbio: “conocido a Andre Breton cuando aun no terminaba la guerra civil en España y [cuando] todavía no comenzaba la Segunda Guerra Mundial” (Raquel Tibol).

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