jueves, 19 de marzo de 2009

Lítote

Entre las figuras retóricas, la litote seria la que representaría por excelencia una de las tendencias del español a la que nos referimos en el capitulo 1 (“Las dos tendencias del español contemporáneo”, pagina 27). Consiste en una atenuación, en el discurso, de lo que deseamos comunicar. Corresponde, pues, a la tendencia, influida por el periodismo, de alejarse de la grandilocuencia y buscar una prosa medida, que no prodiga adjetivos ni exclamaciones pasionales. La litote tiene dos formas, la primera consiste en disminuir el tono empleando una palabra con menor carga emotiva. Un ejemplo típico en la lengua hablada es utilizar la formula “lo estimo mucho”, en vez de “lo quiero mucho”. En textos de investigación, un ejemplo semejante podría ser el siguiente, que a menudo sirve para esconder la propia vanidad: “Los ensayos que aquí incluyo son la ampliación de un librito que publique, con algún éxito de librería, hace diez años”.
La segunda forma de la litote, mas común todavía, consiste en afirmar algo, negando lo contrario, como cuando se dice: “El estudio de Hilferding no es prescindible”, con lo cual se quiere señalar que es una lectura imprescindible, pero más que esa afirmación categórica se prefiere sustituir con una más tenue “no es prescindible”.
Como se ve, las dos formas de la litote buscan bajar el tono de la prosa y por lo mismo se oponen a otra figura cuyo objetivo es exagera: la hipérbole. Como decíamos en el capitulo citado, el español de nuestros días se mueve en dos tendencias contradictorias, la que proviene del periodismo y procura una prosa escueta, neutra, y la que proviene del neobarroco americano, caracterizada por la exageración y el adorno. En el nivel de las figuras retóricas, a la primera correspondería la litote y a la segunda, la hipérbole.

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